El Zar egipcio es una ceremonia ancestral para limpiar el espíritu liderada por mujeres que cantan, tocan percusiones y bailan, con unos polirritmos que inducen al trance y empujan el mal fuera de nuestro ser.
Poco se sabe sobre él, salvo que surgió en el cuerno de África y se expandió por el norte del continente, alcanzando gran popularidad en El Cairo, así como en otras megalópolis del mundo árabe, entre las décadas de los 30 y los 80 del siglo pasado. Posteriormente cayó en desgracia - y en el olvido - gracias a la desinformación extendida por las nuevas fuerzas reformistas y nacionalistas egipcias como los Wahabi, que estigmatizaron su práctica.
En 1998 Ahmed El Maghraby formó Mazaher para intentar mantener viva una tradición que corría el peligro de desaparecer. Desde 2002, año en que abrió sus puertas Makan, actúan en directo cada miércoles, preservando un ritual que se resiste a morir. Todos los miembros de Mazaher tienen algo en común: todos heredaron la práctica del Zar de sus padres y abuelos.
Um Sameh, Um Hassan y Nour El Sabah, que ya han visto morir a varios miembros de su formación, están entre las últimas practicantes del Zar que quedan vivas, y es posible que cuando ellas se vayan, también lo haga su música.